Todavía estás todos los días entre nosotros
mordisquito, en el taxi, en el colectivo, en las calles, en la facu, en las
sobremesas...
¿Te acordás cuando no había trabajo? ¿Cuándo
golpeabas todas las puertas y nadie te atendía?. “Resulta que antes no te importaba
nada y ahora te importa todo”.
Todavía añoras el uno a uno, el viva la pepa
para algunos, “pero eso de que vos vivías antes mejor con 120 pesos que
ahora con 1.500,no, no… ¡Ésa, a mí no me la vas a contar! ¡No!”. “¿Y por qué protestás?” ¿Por qué no podés conseguir el
último chiche importado? “Leche hay, leche sobra; tus hijos, que
alguna vez miraban la nata por turno, ahora pueden irse a la escuela con la
vaca puesta” Ahh...pero eso que tanto anhelás no lo tenés. Antes no había
nada de nada, ni plata, ni trabajo, ni indemnización, ni aumento de sueldo, ni
nada; “vos no protestabas nunca, vos
te conformabas con nada. Ahora ganás bien; ahora están protegidos vos y tus
hijos y tus padres”. Pero sí, tenés razón. No está el chiche importado.
“Cuando las colas se formaban,
no para tomar un ómnibus o comprar un pollo, depositar en la caja de ahorro,
como ahora, sino para pedir angustiosamente un pedazo de carne en aquella
vergonzante olla popular, o un empleo en una agencia de colocaciones que nunca
lo daba, entonces vos veías pasar el desfile de los desesperados y no se te
movía un pelo, no”. “Es ahora cuando te parás a mirar el desfile de tus
hermanos que se ríen, que están contentos… pero eso no te alegra porque, para
que ellos alcanzaran esa felicidad, ¡ha sido necesario que escasease el
chiche importado!.
Según vos, ahorrar para un auto es de
pobre. Antes para qué ahorrabas, para nada, porque con mucha suerte llegabas a
fín de mes. Pero con eso te conformabas, porque total eras un privilegiado porque al resto con suerte le
alcanzaba para la primer semana. Tu problema es que ahora los privilegiados somos todos.
Sin embargo, “vos seguís buscándole la
hipotenusa al teorema de la cucaracha”. Porque todo lo que se hace está
mal, ya que así “te sentís elegante”. Tanto te cuesta aceptar que sos igual a todos nosotros, que no naciste
en cuna de oro y que nunca por más de que lo intentes una y mil veces serás uno de ellos.
Ahh... Ya sé!!, me vas a decir que yo digo
todo esto porque estoy ·”acomodado”. ¿Sabés qué? Si estoy acomodado,
como se acomodaron los niños que ahora tienen salud y educación. Como los pibes
que ahora tienen una universidad gratuita. Como los abuelos que ahora
tienen una jubilación. Como los trabajadores que ahora tienen paritarias para
mejorar sus salarios; como los comerciantes que vendieron como nunca antes.
Pero, también se acomodó la salud, la educación, el trabajo y el bienestar
general. “¿Has visto? Estamos todos acomodados. Todo el país. Todos menos
vos están acomodados. Pero a mí, a mí no me vas a contar que no entraste en el
beneficio de esta generala servida. ¡No, a mí no me la vas a contar!”
*Todas las palabras entre comillas son citas de la recopilación de los
relatos radiales de Enrique Santos Discépolo del año 1951. Fuente: Mordisquito:
¡A mi no me la vas a contar! - 1º ed. - Rosario : Pueblos del Sur / 2006